En el siglo XV el ermitaño Pedro Juan
Escuder vivió en la ermita de San Cristòfol, punto de partida de nuestra
excursión. Era famoso por sus profecías y seguro que tenía muy claro que el día
de ayer iba a ser una jornada casi perfecta para disfrutar de la Serra Mariola
y su cumbre principal, el Montcabrer (1.390m). El camino de ascenso por les Huit Piletes, el clásico desde
Cocentaina, esexigente pero muy variados. A tramos bucólicos junto a las
diferentes fuentes suceden pasos donde hay que ayudarse de las manos. A
rincones perfectos para descansar de una manera relajada le siguen miradores de
vértigo sobre el valle; con vistas excepcionales desde Aitana al Benicadell.
El Mas de Llópis reúne muchas de estas características;
un lugar idílico desde el que observar la naturaleza, pero duro para la vida
cotidiana. Allí hicimos una parada para reponer fuerzas y gozar de la buena visibilidad
existente. Ya nos quedaba muy poco hasta tomar la parte final de la ascensión y
poder disfrutar del techo de la Serra de Mariola. Merece la pena el esfuerzo
realizado. La idea era comer en el Mas del Racó Llobet, un sitio tranquilo y al
abrigo del cordal del Teix. Apetecía quedarse un buen rato más, pero teníamos
que continuar. La bajada hasta Muro es larga. El sendero junto al Barranc de la
Crebantá está en perfectas condiciones. Es exigente, pero se encuentra bastante
más limpio que en otras ocasiones. Al final rato para refrescarnos y poder
charlar sobre lo divino y lo humano. Fotos de Sendeando AQUÍ.
En el sorteo de los bastones obsequio de
DEPORTES ALVARADO fue, otra vez, Vicente M. el agraciado. Lo de “otra vez” son
palabras textuales. Seguro que les dará mucha caña.
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