La tarde anterior nos trasladamos de Cracovia a nuestro
hotel en las montñas de Zawoja. Un alojamiento muy cómodo y con unas excelentes
vistas sobre el Parque Nacional de Babia Góra, en los Beskides. Comenzábamos
con las rutas de senderismo. Quizá por la “facilidad” de encontrar mano de obra
“barata”, quizá por el amor al trabajo bien hecho… El caso es que las sendas
polacas se distinguen por su pavimentado. Metros y más metros de losas de piedra
ayudan al senderista a caminar por el monte. Será por abaratar costes o por
otros motivos, su trazado de ascenso abandona completamente la idea del zig-zag
al que estamos acostumbrados. Si hay que subir, se sube lo más directo posible
que la piedra está muy cara. Para suavizar la subida, la trazamos por la cresta
y así están venteados. El que se queja es porque quiere. Y allí estábamos
nosotros, subiendo sin más, con unas vistas espectaculares a cada lado y con
unos miradores estratégicamente situados para que no nos revienten los
pulmones. Por lo demás, un verdadero disfrute avanzar sumergidos en un espeso
pinar y ganando altura. A nuestra izquierda Eslovaquia y a nuestra derecha
Polonia.
El pico de Babia Góra (1.725m), también llamado Diablak, es
el más alto del Parque. En el descenso pasamos por el refugio Markowe Szczawiny
hasta llegar al Parking de Markowa. Aproximadamente 12 kilómetros y un desnivel
de +750m / -1.000m. No está nada mal para empezar.
En Zawoya estuvimos alojados en el hotel Beskidzki Raj, un lujo.
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