miércoles, 9 de diciembre de 2015

SERRA DE BÈRNIA

Dicen los libros que la Serra de Bèrnia es "una alineación montañosa que separa las comarcas de la Marina Alta y la Marina Baixa, orientada de NO a SE, con una longitud de 9km. Su máxima altura es el pico de Bèrnia (1.128m), vértice geodésico de segundo orden". Dicho así queda muy bien, muy conciso y claro. Pero como todas nuestras montañas, es mucho más. Es toda una caja de sorpresas. 

Desde la umbría el paisaje está dominado por los bancales que comenzaron a construir nuestros antepasados musulmanes para extraer un poco más de beneficio a estas tierras de secano. A los pies de almendros y olivos cultivaban el cereal, necesario para su precaria subsistencia. Cuando llegaron los vecinos del norte, además de lengua y religión, también llevaban muchas deudas que pagar a sus aliados. Y estas tierras fueran la moneda de cambio para satisfacerlas. Desposeídos de la tierra que les vio nacer o, en el mejor de los casos, esclavos de los nuevos señores, las rebeliones no se hicieron esperar. El edicto de expulsión fue la gota que colmó el vaso y los puertos cercanos fueron testigos de la expulsión de miles de valencianos que lo único que había hecho era trabajar duramente y profesar la religión perdedora en aquellos tiempos.

Cuando nos internamos en el Forat de Bèrnia, renacemos a la solana de la Sierra. Tenemos delante de nosotros, entre brumas, la impresionante bahía de Altea y el Albir; la Serra Gelada y las edificaciones de Benidorm. Si seguimos hacia el interior aparecen las atalayas del Puigcampana, Ponoig y Aitana, los guardianes de estas tierras. Tras un buen rato de subidas y bajadas entre canchales de roca llegamos al Fort de Bèrnia; a lo que queda de él, claro. Cansado de tantas rebeliones moriscas y de los ataques costeros, Felipe II encargó al ingeniero italiano Antonelli un acuartelamiento para la defensa de estas tierras y su costa. En su curriculum  tenía la obra del embalse de Tibi, uno de los primeros que se realizó en Europa. Eligió el emplazamiento y su construcción estuvo rodeada del mayor de los secretos. 

En 1562 entregó las llaves del edificio y comenzó el principio del fin. Su emplazamiento no era el idóneo para combatir la piratería y el edicto de expulsión de los moriscos de 1609 acabó con las rebeliones en la zona. Por miedo a que fuera utilizado por los grupos de bandoleros que empezaron a surgir, fue demolido en 1612. Cuando terminamos de comer junto a los restos del Fort parecía que la excursión estaba casi terminada y que lo haríamos caminando entre  avenidas de viviendas turísticas. Pero esta sierra esconde muchos secretos. Teníamos que recorrer el Camí de les Revoltes, antiguo recorrido de aproximación a la montaña construido entre masías y bancales. Pasamos por algunas fuentes y, finalmente, llegamos a Altea la Vella que pasa una tarde festiva entre la tranquilidad y el silencio. Fotos AQUÍ.

Como ya es tradición, sorteamos el par de bastones telescópicos obsequio de DEPORTES ALVARADO. Pablo M. se llevó el gato al agua. Años tiene por delante para usarlos. Enhorabuena!!!

No hay comentarios: