La tan esperada lluvia hizo su aparición el pasado fin de semana. Está claro que resulta incómoda y hace que mucha gente prefiera quedarse en casita o por lo menos no realizar actividades al aire libre. Los vascos dicen que salen al monte "aunque haga sol". Nosotros tenemos un espíritu más mediterráneo y teniendo tantas horas de sol... Pese a todo el agua de transforma completamente nuestra percepción de la naturaleza. La roca caliza adquiere tonalidades diferentes y más contrastadas. El acueducto de la Peña Cortada resaltaba sobre el fondo verde del barrando de la Cueva del Gato. La luz reflejada en las miles de gotas que llenan ramas y acículas de los pinos hace resaltar muy diversos matices.
Salimos de Chelva por el camino situado entre la centenaria plaza de toros y el cementerio. Rodeamos la loma donde se sitúa La Torrecilla; antiguo punto de vigilancia del valle mantenido por las diversas culturas que se han ido sucediendo en estas tierras. Entre campos de secano llegamos al barranco de Alcotas. Estamos muy cerca de su encuentro con el barranco de la Cueva del Gato. Para salvar este último, los romanos construyeron un acueducto de tres arcos por el que llegaba el agua. Sería interesante que se construyera una pasarela para liberar al monumento del paso de excursionistas y visitantes. Además evitaría alguna posible caída. Nadie imaginaría que se pudiera escalar por el acueducto de Segovia. Tenemos que cuidar nuestro patrimonio o no tendremos nada que legar a futuras generaciones.
Cruzado el barranco llega la parte más espectacular del recorrido. Pasamos por la Peña Cortada y caminamos por la misma acequia que construyeron nuestros antepasados. En algunos momentos al aire libre, en otros en el interior de túneles horadados en la roca. Unos con ventanas y otros más oscuros. Es de agradecer las pasarelas de madera colocadas en algunos de ellos. Debido a la climatología algo adversa, tomamos el camino que desciende hacia la rambla de Alcotas. El camino serpentea entre pinos y es muy agradable parar a observar como se van juntando las paredes del barranco. Poco a poco nuestro camino va en busca de lugares más abiertos. Con cierta alegría vemos que los barrancos subsidiarios del principal van aportando un agua necesaria y ansiada. Una vez en la Ermita de Santa Quiteria, cerca de Calles, solo nos queda llegar al bus con más agua de la esperada inicialmente.
Decidimos que era un buen momento para volver a Chelva, disfrutar de su gastronomía y, por supuesto, de sus barrios de estrechas callejuelas, pasadizos llenos de misterio y extraordinarios edificios principales. Aunque hay algunas viviendas en venta, fruto de la reciente crisis, Chelva no está en venta, está más viva que nunca!!! No faltó nuestro sorteo de bastones con que nos obsequia DEPORTES ALVARADO en cada excursión.
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