En Sendeando, siempre intentamos hacer algo diferente y con
la complicidad de Pepa (Vientos de Gúdar) y su equipo de Fuentes de Rubielos,
es todo más sencillo. En esta ocasión contábamos con la inestimable aportación
de la cocina italo-turolense de Graziano y Elena de El Rincón de la Abadía. La
primera parte del recorrido se realiza, entre huertas, junto al barranco de la
Magdalena que, un poco más adelante, pasa a denominarse barranco de las Fuentes
hasta que llega al río Mijares. Poco a poco llegamos al Camino del Rodeche;
arteria principal en la red de vías de comunicación entre antiguos núcleos de
población. Lo tomamos en dirección Norte hasta llegar al Barrio de Las Clochas.
Vicente, descendiente de los antiguos pobladores del
caserío, nos fue explicando como eran las duras condiciones de vida en este
lugar. Casi todo se hacía sendeando.
Si había que ir a por agua, no había otra que ir andando acompañados, en el
mejor de los casos, de una mula. A trabajar a los campos se iba caminando y, si
se tenía la suerte de cortejar a una dama, a caminar tocan. Ahora entiendo por
qué se solía decir “el chaval anda
cortejando a una moza”.
En Las Clochas teníamos preparada la cena de verano con un
precioso atardecer despejado de nubes. Entre hamburguesas de ternasco,
tortellinis y demás viandas transcurrió la velada. Solo faltaba la luna llena y
llegó, jugueteando, tras el bosque de carrascas y pinos que rodea la Masía.
Marte también quiso apuntarse a la fiesta.
Ya de noche cerrada comenzamos el recorrido de vuelta que
nos llevó hacia el Mas del Abad, situado en la cabecera del Barranco de la
Barbera. Un camino entre muros de piedra seca que nos llevó hasta el Barrio del
Mas de Antón y nuestro destino final en Fuentes de Rubielos.
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