Ayer tuvimos la oportunidad de caminar por dos paisajes otoñales diferentes, pero de un enorme atractivo. Comenzamos a caminar muy cerca de la aldea de El Paul para remontar el único ascenso de importancia del día. A nuestras espaldas la Sierra de Gúdar y el Penyagolosa parecían proteger el valle del Mijares. Pronto llegamos a la Sima de El Paul, espectacular accidente geográfico en el que habitan algunos ejemplares de tejos. El paisaje es austero, de secano. Las carrascas se alternan con antiguos bancales junto a masías abandonadas. Y en el barranco las tonalidades otoñales destacan sobre el musgo adherido a la roca. Pese a las abundantes lluvias de los días pasados, el sediento terreno ha absorbido hasta la última gota. Poco a poco el barranco se abre antes de llegar a la población de Manzanera. Sus portales, el de abajo y el de arriba, nos marcan la dirección a seguir. Tras un breve descanso, nos dirigimos al río. Río Albentosa que también llaman Manzanera en este punto y que recibe aguas de río Torrijas y del Paraíso. En fin, caudales que alimentan el Mijares de camino hacia el mediterráneo.
Aquí cambiamos a un característico paisaje de ribera. Unos descomunales chopos nos muestran el recorrido. El rumor de las aguas invita a un caminar pausado y la proximidad de las huertas a disfrutar de la excursión. Llegamos al Balneario El Paraíso. Un lugar anclado en un pasado de esplendor no muy lejano en el tiempo, pero sí en los hábitos de la sociedad actual. Es el momento de comer y reponer fuerzas. La última parte transita entre el río y alguno de los canales de riego rebosantes de agua. Aquí los chopos se alternan con frondosas pinadas y restos de masías. También destacan ejemplares de sabina albar, verdaderas reliquias arbóreas.
Carlos B. se llevó los bastones obsequio de DEPORTES ALVARADO. Seguro que les da buen uso.
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