Las primeras horas en Bulgaria resultan agotadoras. Llegamos casi de madrugada, maletas, cambio de moneda, traslados, registro en hotel,... Afortunadamente el completo desayuno del Hotel Bristol ayuda a reponer fuerzas para nuestra primera jornada. Era lunes, 4 de agosto, y nos trasladamos hasta el antiguo centro de formación de alpinistas y socorristas de montaña de Malyovitsa, en el Parque Nacional de Rila. En la cabecera del valle se alza el pico Malyovitsa hasta los 2.729m de altitud. Pasado el refugio podemos acceder también a los lagos Elenino o Jonchevo; o simplemente caminar por los frondosos bosques de coníferas que pueblan el parque. Tras la excursión nos alojamos en Boroverts, en el Hotel Lion. Ver fotos de Tere y Ramón y de Sendeando.
El martes 5 de agosto fuimos a la zona de los lagos de Rila. Después de subir en telesilla hasta el refugio nuevo de Rila a 2.135m, teníamos dos opciones. La primera subía hasta el pico Otovica a más de 2.650m de altitud y realizaba un recorrido aéreo que permitía disfrutar de los siete lagos y de los valles cercanos. Llegaba hasta el cruce de caminos (campana) y descendía hasta el fondo del valle. La segunda era más suave y llegaba hasta los 2.400m del pico Haramiata y recorría la zona ocupada por los seguidores de Petur Dunov; los blancos dunovistas y sus bailes circulares. Ver fotos de Sendeando y de Tere y Ramón.
Para el miércoles teníamos prevista la subida al Musala, techo de los Balcanes, pero la climatología resultó adversa y lo cambiamos por un entretenido recorrido por los ríos Urdina e Iskar. Aprendimos a distinguir las diferentes coníferas que abundan en el parque y las variadas especies de caducifolias que nos rodeaban. Parecía que la lluvia estaba al acecho pero al final nos salvamos por poco. Tras la excursión nos trasladamos al Complejo Valdis para alojarnos. Ver fotos de Sendeando y de Tere y Ramón.
El jueves 7 de agosto estaba destinado al Monasterio de Rila y el traslado a Bansko. La aproximación a la capilla de San Juan de Rila y la cueva donde pasó parte de su vida se hace por un estupendo bosque de hayas. Además aprovechamos para salir por el agujero purificador y dejar algún deseo escrito junto a la fuente del santo. El monasterio de Rila es, sencillamente, espectacular. Los murales de la Iglesia de la Natividad explican gráficamente episodios bíblicos y, pese a la gran afluencia de público, en su interior se respira una gran espiritualidad. Merece la pena pasear entre sus muros y contemplar los inmensos bosques que rodean el cenobio. Tras la visita, nos trasladamos a la población de Bansko; en el macizo de Pirin. Tras un breve repaso a sus lugares más interesantes, nos trasladamos al que iba a ser nuestro alojamiento las tres próximas noches; el Hotel Martin. Ver fotos de Tere y Ramón y de Sendeando.
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